ultima de mexicanos
Publicado: Mié Sep 28, 2011 2:24 pm
En cierta ocasión se hizo un concurso entre los mejores arqueros del mundo.
Ya llegada la final sólo quedaban tres competidores: uno de Suiza,
otro de Inglaterra y por último, sepa cómo le hizo, pero estaba un mexicano.
Como en la última prueba los tres finalistas estaban empatados,
los jueces decidieron aumentar el grado de dificultad y ahora se trataba de
poner alguna fruta en la cabeza de un niño que estaría a 50 m de distancia y
luego disparar con el arco y acertar en ella.
Primero va el inglés y éste coge una sandía y se la pone al niño en la cabeza;
prepara su arco. Se siembra un silencio total en todo el estadio.
Dispara y acierta partiendo en dos la fruta. Se lleva una gran ovación del público.
Terminado su turno, coge el micrófono y presumiendo a todo mundo se presenta:
"I'm Robin Hood".
Toca turno al suizo, pero éste en vez de una sandía coge una manzana
y la coloca en la cabeza del niño. Entonces, un silencio enorme se apodera del estadio.
La gente está sorprendida, ya que la manzana es muy pequeña.
El arquero cogió su arco, apuntó y con un disparo certero le da justo en el centro
partiéndola en cuatro partes. El estadio explota con una gran ovación. Y también,
una vez terminado su turno, agarró el micrófono y presumió a todo mundo:
"I'm Guillermo Tell".
Por último, el más fregón de todos: el grandioso y majestuoso mexicano.
Quien arrasó con todos sus contrincantes en las otras fases y es recibido
con una estruendosa ovación cuanto toca su turno. De su bolsa,
el competidor saca un objeto y lo pone en la cabeza del niño.
Intrigados, los espectadores se preguntaban qué era esa bolita roja que se
veía a lo lejos. Gracias a las pantallas gigantes que había en el estadio,
pudieron ver que se trataba de una minúscula cereza que apenas se podía ver
en la cabeza del niño. Para hacer más difícil la prueba,
coloca al niño a 100 m de distancia. Esta vez se siente un silencio sepulcral
en el estadio. Ni un respiro se oía. Nada. Como si estuviera solo,
el mexicano coge su arco, apunta, dispara la flecha que se va viajando a más de 100 Km/h...
¡Zas! La flecha se clava justamente en medio de la frente, atravesándole la cabeza al niño.
El mexicano coge el micrófono y dice:
"I'm Sorry".
jajajajajajajajaja
Ya llegada la final sólo quedaban tres competidores: uno de Suiza,
otro de Inglaterra y por último, sepa cómo le hizo, pero estaba un mexicano.
Como en la última prueba los tres finalistas estaban empatados,
los jueces decidieron aumentar el grado de dificultad y ahora se trataba de
poner alguna fruta en la cabeza de un niño que estaría a 50 m de distancia y
luego disparar con el arco y acertar en ella.
Primero va el inglés y éste coge una sandía y se la pone al niño en la cabeza;
prepara su arco. Se siembra un silencio total en todo el estadio.
Dispara y acierta partiendo en dos la fruta. Se lleva una gran ovación del público.
Terminado su turno, coge el micrófono y presumiendo a todo mundo se presenta:
"I'm Robin Hood".
Toca turno al suizo, pero éste en vez de una sandía coge una manzana
y la coloca en la cabeza del niño. Entonces, un silencio enorme se apodera del estadio.
La gente está sorprendida, ya que la manzana es muy pequeña.
El arquero cogió su arco, apuntó y con un disparo certero le da justo en el centro
partiéndola en cuatro partes. El estadio explota con una gran ovación. Y también,
una vez terminado su turno, agarró el micrófono y presumió a todo mundo:
"I'm Guillermo Tell".
Por último, el más fregón de todos: el grandioso y majestuoso mexicano.
Quien arrasó con todos sus contrincantes en las otras fases y es recibido
con una estruendosa ovación cuanto toca su turno. De su bolsa,
el competidor saca un objeto y lo pone en la cabeza del niño.
Intrigados, los espectadores se preguntaban qué era esa bolita roja que se
veía a lo lejos. Gracias a las pantallas gigantes que había en el estadio,
pudieron ver que se trataba de una minúscula cereza que apenas se podía ver
en la cabeza del niño. Para hacer más difícil la prueba,
coloca al niño a 100 m de distancia. Esta vez se siente un silencio sepulcral
en el estadio. Ni un respiro se oía. Nada. Como si estuviera solo,
el mexicano coge su arco, apunta, dispara la flecha que se va viajando a más de 100 Km/h...
¡Zas! La flecha se clava justamente en medio de la frente, atravesándole la cabeza al niño.
El mexicano coge el micrófono y dice:
"I'm Sorry".
jajajajajajajajaja